miércoles, 19 de agosto de 2009

Recuerdos de Carlos Keen


Cada vez que pienso en mi niñez los recuerdos se agolpan en torbellino alegre y juguetón como fué mi vivencia de la infancia.
Salir en banda con mis hermanos a vivir las mil aventuras que poblaran nuestra imaginación: que armar unas chozas para jugar a los indios y a los cow-boys; que atravesar el "camino de la muerte, una serie de ramas espinosas que unían varios árboles, en donde si alguien se caía corría el riezgo de sentir la picazón de las ortigas por un buen rato; que hacer la competencia siempre desafiante de hacer puntería contra diversos "objetivos" acordados en el momento; etc... etc...
Y de a ratos, volviendo al cofre de los buenos recuerdos, aquel viaje a Carlos Keen, pueblo situado a 13 km de Lujan, como yendo para San Andres de Giles.
La magia que emana del tiempo se afincó en el recuerdo de una casa solitaria, de esquina en ochava, habitada por Don Benancio Argañaráz y Toledo. Allí estacionaron nuestras ansias de aventuras sin fin, y jugar a las bolitas fué olvidado por algunos días. El misterio y el encanto del paraje nos llamaba a investigar los alrededores y luego el escucharlo a Benancio contar de las suyas fue un regalo para nuestros oídos. Cuando había sido corsario defensor de nuestro país; cuando se había perdido en las Selvas del Amazonas, en lo más profundo, y encontrado con salvajes antropófagos que lo habían tomado por un dios extraño; tantas y tantas anécdotas que me invitan a seguir volviendo una y otra vez a aquellos parajes, por lo menos con mi imaginación...
Salud!

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