No recuerdo su nombre, pasamos rápido y veniamos mal dormidos. Las letras del cartel estaban bastante gastadas y las sombras de los árboles no ayudaban tampoco... pero ahi está la estación, como tantas otras diseminadas a lo largo de nuestra amada república. Las vías con el pasto crecido entre los durmientes, los galpones de almacenamiento de todos los productos que se guardarían en aquellos tiempos en que funcionaban por tantas vias las locomotoras...
ahora creo que piensan en hacer un museo para aprovechar el espacio, con las fotos de los primeros pioneros de estas tierras, aquellos que venían sin nada, pero con esperanzas y con ganas de trabajar, hacer dar fruto a la tierra y sus alrededores, con libertad, con voluntad, con constancia, como se dice hoy "con pilas" para construir rascacielos en el yermo, pero sin necesidadl de tales monumentos, al contrario, con la sencillez del que valora otras cosas, otra forma de vivir plenamente desde la amistad, el trabajo compartido, la familia, y el disfrute de la obra Creada...
Hacia el lado de Colonia Seré, viniendo desde América, nos desviamos del camino principal y entramos a pasear por los caminos de tierra internos. La causalidad nos llevó a descubrir algo que hacia mucho tiempo que estaba allí asentado: La pulpería "El Jalón". Así como la vemos, con sus paredes de ladrillo visto la mayor parte, su techo plano, algo típico de la arquitectura de la argentina de aquellos tiempos. Paramos toda la tarde y disfrutamos de unos tragos que andabamos necesitando. Salud!
Yendo desde Carhué hacia Lago Epecuén, por el camino largo, nos cruzamos con el almacen de Don José Frías, el riñón que abastece a los pobladores de las estancias cercanas. Don Pepe, como le llaman, tucumano hasta la médula, es un hombre alegre y siempre con un buen chiste a flor de labios, lo que agradece toda la comunidad de la zona. Hace ya algunos años que se vino con Doña Luisa y varios enanos, "vengo a ver que acontece, por unos mese` ", y se quedó aquerenciado al paisaje de la zona, y a la inmensa cantidad de amigos que se hicieron.
Lalo Gomez, puestero entrerriano, la potranquita apenas alcanza a sostener sus más de cien kilos de peso. Hombre atento y bien dispuesto, de numerosa familia. A unos ocho kilometros del casco de la estancia "El Chañar" nos encontramos con su humilde ranchito, desde donde sale a recorrer de a caballo todas las mañanas aquella parte del campo.
