jueves, 23 de julio de 2009

en promoción - rumbeando pa´l río


Silbando bajito me acomodo sobre el apero, como para variar los pensamientos junto con la postura. Y discurro para mis adentros: "¿qué pasará por la mente de esos vacunos?", mientras los veo avanzar cansinamente pero sin perder el rumbo, hacia la acequia que se encuentra junto a los álamos. El débil hilo de agua que apaga la sed de todos los animales de la zona.
El marco del lugar es imponente. Las serranías se levantan como de un sueño de siglos, para quedarse recostadas compartiendo el estar nomás. Las rocas parecen flores, y aquí y acullá adornan la planicie del vallecito que se encuentra delante de mi flete.
"el instinto arraigado en su ser animalezco" -me respondo a mi mismo- desviando la mirada más allá, hacia el continuo fluir de formas de las nubes que van haciendo su danza de la atmósfera cual contorsionistas de circo.
A unos metros nomás se asoma un cuclillo ceniciento y me mira por tiempo indefinido. No sé si la inspección fue satisfactoria o lo contrario, pero se aleja cantando, cosa que me alegra, ya que pienso en la canción berciana: "dejadle que cante, que canta mejor, señal de que llega la buena calor..."

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